sábado, 9 de abril de 2011

Atentos al 666 Novedades sobre los implantes de microcircuitos en seres humanos

Cámaras por todos lados, satélites del sistema de posicionamiento global (GPS), microcircuitos implantados debajo de la piel. ¿Elementos de la última película de ciencia ficción? En absoluto. Son temas que aparecen regularmente en las noticias. Es más, muchos de ellos ya ni siquiera son noticia. Sin embargo, hay una novedad que constituye una señal de alerta y merece nuestra atención. El VeriChip, presentado en diciembre de 2001 por la empresa Applied Digital Solutions (ADS), con sede en EE.UU., ha sido catalogado como el primer microcircuito factible de implantarse en el ser humano. El chip está diseñado para portar un número de identificación único y otros datos personales (hasta 128 caracteres). Funciona a modo de código de barras personal. Tiene aproximadamente el tamaño de una punta de bolígrafo y es susceptible de ser inyectado mediante una jeringa. Una vez introducido, puede activarse por un escáner externo. Por medio de señales de radio, el chip puede transmitir el número de identificación y la demás información almacenada en él a un teléfono, la Internet o un banco de datos. El dispositivo es similar a los ya implantados en millones de perros y gatos para que sus dueños puedan identificarlos y reclamarlos en caso de extravío. Ya se está comercializando como producto experimental en algunas partes del mundo. El VeriChip viene con un pequeño escáner y un kit para inyectarlo. Este dispositivo está estimulando la imaginación de la gente. Las reacciones son diversas: en un lado del espectro están los jóvenes a los que les parece bacán y no ven la hora de implantárselo; en el otro extremo, las asociaciones de defensa de las libertades civiles, a las que preocupa que el dispositivo pueda ser empleado algún día por un ente estatal estilo Gran Hermano. ADS alega que el chip podría salvar la vida a enfermos de Alzheimer que se extravían. Además le vendría como anillo al dedo al personal médico de la sección de urgencias de los hospitales, pues le daría identificación veraz e instantánea sobre pacientes que han perdido el conocimiento o se hallan en estado de shock. El principal argumento de venta de ADS es que al ofrecer seguridad al usuario, se le proporciona tranquilidad. Por ejemplo, en diversos países de Sudamérica el chip se promueve como medio de identificar y rastrear fácilmente a las víctimas de secuestros. En este mercado, el chip se ofrece junto con el dispositivo personal de GPS producido por ADS, el Digital Angel. Otros posibles usos en el campo de la seguridad son los de rastrear a individuos en libertad condicional, a personas bajo arresto domiciliario y a individuos inscritos en programas de protección de testigos. Los defensores de Digital Angel lo promueven como un «enlace entre los circuitos electrónicos y humanos». El microcircuito le dura al usuario de por vida. En afirmaciones hechas recientemente por ADS se alega que el VeriChip es superior a las tecnologías biométricas, toda vez que está implantado y es por lo tanto prácticamente imposible de alterar. Los críticos del chip expresan inquietud ante el espectro de que se le inyecte a alguien contra su voluntad, quizá subrepticiamente durante una vacunación de rutina. Además les preocupa la posibilidad de que las autoridades hagan obligatorio su uso como medio de identificación. El presidente de ADS, Richard Sullivan, manifestó que ve la posibilidad de emplear el dispositivo en niños, ancianos, presidiarios y en personal de aeropuertos y plantas nucleares. «La sociedad en general también podría adoptarlos en vez recurrir a tarjetas electrónicas o de crédito», añadió. Otras personas que se muestran favorables a los implantes de chips en seres humanos afirman que no tienen nada que ocultar, por lo que no les importaría portar uno de esos microcircuitos para efectos de identificación. Alegan que si ya tienen cédula de identidad, ¿por qué no implantarse un chip? Todo esto adquiere un espeluznante parecido con la siguiente profecía del Apocalipsis: «Hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la Bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la Bestia [el Anticristo], pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis (Apocalipsis 13:16-18). Independientemente de quién esté generando la atención mediática que recibe el VeriChip —ya las siniestras fuerzas espirituales que preparan el camino para el Anticristo, ya los capitalistas ávidos de crear una industria multimillonaria, o ambos—, el objetivo es el mismo: acostumbrar a la gente a la idea para que la trague. Es la típica estrategia de publicidad. Cuanto más ve la gente que se promueve un producto, más atractivo se vuelve. A la larga todos terminan por convencerse de que lo necesitan. Otros efectos son igual de previsibles: A medida que más personas acepten los implantes de chips en seres humanos, las objeciones de quienes disciernen a qué nos van a llevar se verán inicialmente desacreditadas y luego descalificadas como manifestaciones de histeria irracional de sectores marginales y paranoicos de la sociedad. Si bien es posible que el VeriChip no sea la «marca de la Bestia», sin duda constituye un gran paso en esa dirección. Sus defensores dicen que los implantes de chips pueden certificar la filiación de una persona, garantizar una adecuada atención médica, reducir la delincuencia, hacer más expeditas las transacciones financieras y simplificar la vida cotidiana. Todas esas afirmaciones son ciertas. Pero hay algo más, o al menos lo habrá a futuro. La marca de la Bestia tendrá ramificaciones espirituales, no sólo de orden práctico. «Si alguno adora a la Bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios» (Apocalipsis 14:9-10). Recibir la marca de la Bestia no será una decisión puramente económica, sino que implicará también aceptar y adorar al Anticristo y manifestar lealtad a su régimen mundial contrario a Dios. Eso es lo que irá implícito en los implantes de microcircuitos, y que la mayoría de sus defensores no captan u optan por desestimar. ¿Y tú? ¿Perteneces a Jesús y por tanto te negarás a aceptar la marca de la Bestia? El momento de prepararse para esos acontecimientos es ahora. Basta que reconozcas a Jesús como Salvador.

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