martes, 5 de abril de 2011

¿TE QUEDARÁS ATRÁS?

Puntualizaciones sobre el Arrebatamiento, 1ª parte El capítulo 24 de Mateo despeja muchas dudas sobre el tema de la Segunda Venida de Jesús, oportunidad en que reunirá a todos cuantos hayan aceptado Su salvación para luego llevárselos consigo al Cielo. Ese suceso se conoce como el Arrebatamiento. Otros pasajes bíblicos también expresan con claridad en qué momento se producirá ese extraordinario acontecimiento. Por eso, durante casi 1800 años prácticamente la totalidad de los cristianos creyó que Jesús retornaría después del período que Él denomina la Gran Tribulación, que consistirá en tres años y medio de intensas persecuciones. No fue sino un par de siglos atrás que surgieron personas como C.I. Scofield (1843-1921) que pregonaron la ilusoria doctrina de que Jesús retornaría antes de la Tribulación. Esas personas instaban a los cristianos a no preocuparse de los tiempos difíciles que sobrevendrían a la humanidad, puesto que Jesús vendría y los sacaría del mundo antes de la Tribulación, ahorrándoles con ello muchos sufrimientos. Naturalmente, aquella doctrina tuvo mucha aceptación, por cuanto era el vivo reflejo de lo que todo el mundo anhelaba. Según lo veo yo, muchos cristianos que sostienen que el Arrebatamiento se producirá antes de la Tribulación simplemente no quieren tener que pasar por este período aciago de la Historia. La razón es que no están ni mínimamente preparados para ello. Por eso hacen su interpretación particular de las Escrituras o se aferran a falsas enseñanzas formuladas por otras personas. Sin embargo, la Biblia nos manda específicamente no hacer eso. «Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada» (2 Pedro 1:20). Poco interesa lo que afirmen otros cristianos o grupos religiosos. El quid de la cuestión es: ¿Qué dice la Biblia? En Mateo 24, los discípulos de Jesús le preguntan cuál será la señal de Su venida. Éste les responde desvelándoles no una, sino numerosas señales: guerras, hambrunas, pestilencias, terremotos, persecución de los cristianos, proliferación de falsos profetas, anarquía, la falta generalizada de amor y la predicación del Evangelio en todas las naciones. «Entonces —dice— vendrá el fin» (Mateo 24:4-14). A partir del versículo siguiente, Jesús nos cuenta lo que sucederá durante la Gran Tribulación, es decir, los últimos tres años y medio antes de Su retorno, que a su vez coinciden con la segunda mitad del régimen del Anticristo. Además nos dice a qué señal específica debemos estar atentos, a fin de saber exactamente cuándo dará comienzo ese período. «Cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel […] habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá» (Mateo 24:15,21). En el libro del Apocalipsis descubrimos que esa «abominación desoladora» es una imagen del Anticristo, de la Bestia (Apocalipsis 13:14,15). Tanto en el libro de Daniel como en el Apocalipsis se nos dice que exactamente a la mitad del septenio en que regirá el Anticristo se erigirá dicha imagen en el lugar santo (Daniel 9:27; 12:11; Mateo 24:15-21; Apocalipsis 13:5). ¿Cuándo regresará Jesús por nosotros? Eso también queda sentado de manera inobjetable: «Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días» (Mateo 24:29). Jesús no anuncia que cuando veamos la abominación desoladora en el lugar santo Él estará a punto de rescatarnos de manos del Anticristo y salvarnos de la inminente tribulación. Nos advierte que nos dirijamos a los montes (Mateo 24:16). Es decir, que todavía estaremos aquí. Además, ¿por qué se tomarían el Señor y los profetas la molestia de decirnos exactamente cuánto durará la Gran Tribulación —la duración exacta en días, semanas y meses— si no tuviéramos necesidad de saberlo, si no fuéramos a estar aquí para contar esos días, semanas y meses? (Daniel 7:25; 12:11; Apocalipsis 13:5). Jesús nos reveló esos detalles porque quiere que cobremos ánimo sabiendo que la Tribulación no durará para siempre y que cada día que pase nos irá acercando al glorioso final. Las circunstancias que se vivirán durante la Tribulación serán tan terribles que muchas personas pensarán que es hora de que Jesús retorne, sobre los cristianos a quienes se les enseñó que iba a venir antes de la Tribulación. Estarán a la expectativa de que venga en cualquier momento. Sin embargo, Jesús nos advierte que no debemos esperar que retorne antes de lo predicho. También nos previene que no nos dejemos engañar por falsos cristos que procurarán hacernos creer que ellos son el legítimo Mesías, o por falsos profetas que pretenderán convencernos de que la venida de Jesús es inminente o que Él ya se encuentra en alguna parte (Mateo 24:23-26). Nos dice que no les creamos, porque cuando Él venga, lo sabremos sin asomo de duda. Algunos que enseñan que la Tribulación será posterior al Arrebatamiento llegan al extremo de afirmar que éste acontecerá en secreto, que nadie verá a Jesús a excepción de los salvos. Nadie más sabrá siquiera que Cristo ha retornado. Sostienen que de golpe un gran número de personas desaparecerá y que quienes queden atrás no sabrán qué fue de nosotros. Si el Arrebatamiento se va a producir en secreto, ¿cómo es que el Señor hará tanto escándalo en el momento de Su retorno? Su Palabra dice que vendrá «sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria». El cielo se iluminará de un extremo a otro, y habrá tales señales en el firmamento que será imposible no darnos cuenta del retorno de Jesús. Es más, dice que «todo ojo le verá». Todos verán también levantarse a los muertos en Cristo —es decir, a todas las personas salvas que ya hayan muerto— para reunirse con Él en el aire. Además lo escucharán, pues «el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del Cielo». Y ¿por qué se lamentarán todos los no salvos? Porque presenciarán lo que ocurrirá y tendrán plena conciencia de ello (Mateo 24:27,30; Hechos 1:9-11; 1 Tesalonicenses 4:16; Apocalipsis 1:7). Será el espectáculo más grandioso que el mundo haya visto jamás. No parece una descripción de una Parusía o de un Arrebatamiento secretos. ¿Tú qué opinas? Lo dice tan claro como el agua: Después que los muertos en Cristo hayan resucitado para reunirse con el Señor, «nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire» (1 Tesalonicenses 4:17). De haber sido arrebatados con anterioridad, ya no estaríamos aquí. PUNTUALIZACIONES SOBRE EL ARREBATAMIENTO, 2ª PARTE Una de las artimañas más astutas del Diablo ha sido engañar a los cristianos convenciéndolos de que Jesús va a rescatarlos de este mundo antes de cumplidos los tres años y medio de la Gran Tribulación. Quienes abrazan esa teoría no van a estar ni mínimamente preparados para hacer frente a la Tribulación. De ahí que la fe de algunos de ellos sufrirá un remezón. Muchos cristianos que esperan ser arrebatados —llevados al Cielo en el momento de la Segunda Venida de Jesús— antes de la Tribulación se van a llevar la sorpresa de su vida, porque no va a ocurrir tal cosa. Jesús mismo lo dijo: «Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, [...] verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará Sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a Sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro» (Mateo 24:29-31). Después de la Tribulación aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo. Después de la Tribulación se lamentarán todas las tribus de la Tierra. Después de la Tribulación verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. Después de la Tribulación enviará a Sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a Sus escogidos. Entonces será cuando vuelva Jesús por nosotros, después de la Tribulación, ni un día antes. ¿Para qué va a retornar Jesús? Para reunir a Sus escogidos, los eklektos en griego, es decir, los elegidos, los salvos. En esa época de tribulación, los cristianos estarán predicando el Evangelio y conquistando a multitudes de personas. ¿Por qué habría el Señor de retirar a Sus obreros antes de esos pocos años en que la gente estará más afanosa que nunca por hallar la salvación y se producirá una de las siegas de almas más grandiosas de la Historia, años en que estaremos obrando portentos e instruyendo a muchos? (Mateo 9:37,38; Daniel 11:32,33). Si obraremos portentos e instruiremos a muchos durante la Tribulación, tiene que ser que todavía estaremos aquí. El Señor tendrá que servirse de muchos de nosotros para aclararle al mundo lo que está pasando. Algunos argumentan que si Dios ama tanto a los cristianos salvos, ¿por qué habría de permitir que pasaran por la Tribulación? Para ponerlos a prueba. Pondrá a prueba su fe para ver si realmente creen. ¿Darán testimonio de Él, o se avergonzarán de Él y tratarán de salvar la vida evitando dar testimonio? Dice Su Palabra que Él los depurará y refinará por medio del fuego, a fin de emblanquecerlos (Daniel 11:35). Si esto te decepciona, lo lamento mucho. Quizá pensabas que por el hecho de ser cristiano Él vendría a rescatarte antes que algo terrible sucediera. Lo siento en el alma, porque no será así. La Tribulación nos hará pasar por el fuego purificador, pero quienes tengan fe de verdad saldrán como oro refinado en el crisol. Sabemos que la Tribulación será difícil, de otro modo no se llamaría así. En todo caso, tampoco debemos aguardarla con trepidación, esperando sufrir una derrota ignominiosa, puras persecuciones y padecimientos. Más que nada se caracterizará por ser una época de grandes victorias sobre las fuerzas de Satanás y de resonantes triunfos sobre los impíos devotos del Anticristo. Será una época de acontecimientos terribles y sobrecogedores. Sin embargo, contaremos con poderes igualmente terribles y sobrecogedores para defendernos, librarnos y seguir adelante hasta el fin mismo (Daniel 11:32; Apocalipsis 12:7-11; Apocalipsis 17:14). No tenemos por qué preocuparnos ni tener miedo, ya que Dios cuidará de los Suyos (Apocalipsis 3:10; 7:1-3; 12:6). Otra falsa doctrina que circula en torno al Arrebatamiento es que solamente los mejores cristianos participarán en él. Cuando era niño escuché a diversos predicadores decir: «Un día de éstos llegarás a casa y te encontrarás con que todos tus seres queridos habrán desaparecido». Pues a mí me pasó eso. Resulta que un día llegué del colegio y no había nadie en casa. Pensé: «¡Chuta! ¡Ha ocurrido el Arrebatamiento! ¡El Señor se llevó a mis papás! Ellos y todos los demás cristianos que conozco, con quienes me crié, estaban listos. Amaban al Señor, y no eran malos como yo. El Señor ya los arrebató, y yo me quedé atrás, solito en esta enorme casa». Casi me pongo a llorar. Es terrible enseñar algo así a los niños —o a cualquiera—, que aunque amen a Jesús y estén salvados, si no alcanzan cierto grado de santidad, si no van mucho a la iglesia o si cometen algún otro pecado, no estarán preparados para el retorno de Cristo, y por lo tanto se perderán el Arrebatamiento. Los predicadores afirmaban: «Puede que estén salvos, pero se quedarán atrás durante ese horrendo período de tribulación, toda vez que Jesús sólo se llevará en el Arrebatamiento a los buenos». Te aseguro que por muy bueno que uno sea, nunca lo es en medida suficiente. Por mucho que uno ame a Jesús, siempre se queda corto. Todo lo que tenemos de perfectos, limpios, puros y santos es por la sangre de Jesucristo, desde el instante en que lo reconocemos como salvador. Si perteneces a Jesús, Él te llevará consigo cuando venga. Lo demás no importa. Nadie que haya aceptado a Jesús como Salvador se quedará atrás. Él prometió que enviaría a Sus ángeles a juntarnos de todas partes, de los cuatro vientos, de todo el orbe, y no dejará ni uno atrás. No se olvidará de nadie, de ninguno (Mateo 24:31). Qué maravilla, ¿verdad? De modo que si tienes al Señor, ya estás listo. Ayuda ahora a otros a prepararse. Anuncia a cuantos puedas la Buena Nueva del amor de Dios y de la salvación que nos ofrece Jesucristo. Habla de ello con tus amigos y familiares y con todas las personas que conozcas, a fin de que ellos también estén listos para ese increíble acontecimiento que pronto tendrá lugar, cuando Jesús venga a rescatarnos de este mundo y llevarnos consigo a lugares celestiales donde viviremos con Él por la eternidad. Que ninguno se quede atrás por culpa tuya.

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