jueves, 23 de junio de 2011

Dios y la guerra (Mensage de Jesús en profecia)

  El cielo está entoldado, oscurecido por la humareda de las contiendas. La tierra se ha teñido de rojo por la sangre de los inocentes atrapados en las llamas y los tormentos de la guerra. Pueblos y ciudades padecen destrucción. Hay pobres civiles inocentes, entre ellos niños, privados de lo más elemental, familias deshechas que ven morir a sus seres queridos víctimas de atroces sufrimientos. ¿Qué causa justifica tan elevado costo en vidas humanas? ¿Acaso los abusos de un régimen corrigen los del anterior? ¿Qué gobierno tiene la autoridad moral para erigirse en juez de los demás?
     Ningún ejército puede afirmar que está del bando de los buenos. La guerra, la muerte y la destrucción nunca están bien. Pese a que el hombre fue creado para amar y ayudar a sus congéneres, el egoísmo y la codicia han propagado y extendido la corrupción en todo el mundo, hasta tal punto que agredir y matar es hoy en día moneda corriente. Nunca concebí que fuera así.
     Se equivocan quienes alegan que hacen la guerra en nombre de Dios y afirman que su causa cuenta con Mi bendición. Muchos son inducidos a error por su concepto parcial del bien y de la justicia; otros abrigan móviles hipócritas. Mas los que de veras me conocen y me aman se atienen a Mis palabras e imitan Mi ejemplo, buscando activamente la paz. «Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5:9). Yo llegué al extremo de decir: «Amen a sus enemigos, bendigan a quienes los maldicen, hagan bien a quienes los odian» (Mateo 5:44, NVI). ¿Hacen caso de esas palabras Mías los que adoptan y defienden una actitud beligerante? ¿O se limitan a invocarme con sus labios mientras su corazón está lejos de Mí?
     Que los que creen estar firmes presten atención, porque se acerca la hora de su caída. Es ley de vida y ley divina que cada uno recoge lo que siembra. Los belicosos, los ávidos de dominar, arrasar y devastar otras tierras, sufrirán dolor y mortandad.
     Yo conozco el corazón de los hombres. Premiaré a los pacificadores y castigaré a los sanguinarios. Todos darán cuenta ante Mí en el día del juicio. Que cada cual haga examen de conciencia y decida su postura, si está a favor de la paz o de la guerra, de la libertad o de la tiranía.
     Siendo como soy, el Todopoderoso, podría hacer uso de Mi poder para obligar a los hombres a obrar bien; pero he optado por concederles libre albedrío. Permito que cada nación y cada persona determine su destino mediante las decisiones que toma. Si Yo no impongo a los demás Mi voluntad ni Mis planes, cuánto menos debieran hacerlo los mortales. Nadie debe forzar a otro a aceptar sus creencias o su estilo de vida. Ningún gobierno debe compeler a otro a ajustarse a sus ideales y deseos. Esa forma de actuar no es conforme a Mis designios.
     Si te cruzas de brazos mientras se conculcan las libertades de un país que está del otro lado del planeta, no te sorprendas de que algún día te priven de las tuyas. Si teniendo ahora libertad de expresión no la aprovechas para alzar la voz enérgicamente contra la opresión y la tiranía, un día perderás esa libertad. Valora tus derechos.
     ¿Trabajas por la paz? ¿Mereces que te cuenten entre los hijos de Dios? ¿Me conoces bien? ¿Sabes que soy amor? ¿Me has abierto tu vida y orado para aceptarme? Si tu conocimiento de Mí es puramente nominal, eso puede cambiar en este preciso instante. Para conocerme de forma íntima no tienes más que dejar que Mi espíritu de amor, paz y luz invada tu vida y anide en tu corazón. Háblame. Llámame. Si no sabes qué decir, haz esta sencilla oración:
     Jesús, deseo conocerte personalmente. Quiero entender la verdad. Quiero ver el mundo desde Tu perspectiva. Quiero conocer Tu voluntad y hacer lo posible por que se cumpla. Deseo dar la cara por la verdad y la justicia. Dame fuerzas para ello. Indícame cómo puedo mejorar mi entorno. Enséñame a amar y a ayudar a mis semejantes como lo harías Tú si estuvieras hoy en día en la Tierra. Hazme saber cómo puedo promover la paz. Amén.
     Toma partido por Dios, por la paz y contra la guerra. Toma partido por la libertad y contra la hipocresía, la codicia y el egoísmo de los que tienen ansias de guerra. Ruega por la paz. Ruega por los inocentes. No olvides que un día habrás de dar cuenta ante Dios. Tenlo presente en cada decisión que tomes.E

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